“Primero soy de Racing y después argentino”. Con esa frase, Gustavo Costas define su vida marcada por los colores celeste y blanco. Tras 36 años de espera, el ídolo académico condujo al club de sus amores a conquistar la Copa Sudamericana al vencer 3-1 a Cruzeiro en una emotiva final disputada en Asunción.

Desde niño, Costas vivió intensamente su vínculo con Racing. Criado en una familia albiceleste, acompañó al equipo de José Pizzuti como mascota en la histórica final de la Copa Intercontinental de 1967. Su debut en Primera llegó en 1981, y dos años más tarde enfrentó la pesadilla del descenso. Sin embargo, su carácter lo convirtió en líder del equipo que logró devolver a Racing a la máxima categoría bajo el mando del Coco Basile.

Costas también vivió el esplendor del club. Como capitán, formó parte del plantel que ganó la Supercopa de 1988 y la Copa Interamericana, devolviendo a Racing el estatus de club grande a nivel internacional. Con 337 partidos oficiales, sigue siendo el jugador con más presencias en la historia académica.

Tras colgar los botines, vivió momentos difíciles como entrenador, incluyendo la crisis económica que llevó al gerenciamiento del club. Pese a ello, nunca dejó de defender los colores de Racing, incluso enfrentando amenazas y luchando por la supervivencia institucional.

Hoy, Costas celebra su mayor logro como técnico de Racing: consagrarse campeón de la Sudamericana, un título que une su pasión por el club con su experiencia como estratega, habiendo triunfado previamente en Perú, Paraguay, Ecuador y Colombia. Para Costas, la gloria internacional es más que un logro profesional; es el cierre perfecto de una vida dedicada al escudo que lleva en el alma.