jueves 22 de mayo de 2025 - Edición Nº2360

Avellaneda | 27 oct 2024

Historia de Avellaneda

A 48 años de la Masacre de Villa Corina

Este domingo 27 de octubre se cumple un nuevo aniversario de este brutal hecho de terrorismo de Estado en el que perdieron la vida tres adultos y un menor de nueve años. Conocé la historia de la familia Manfil.


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Por: Alejandro Arnedo

En tiempos en los que vivimos un revival de negacionismo, resulta imprescindible recordar y revisar acontecimientos como el que sucedió en el edificio 6 del complejo Villa Corina, ubicado en el sur de nuestro distrito.

En aquella madrugada el matrimonio compuesto por Carlos Manfil y Angélica Zarate se encontraba durmiendo en su departamento. Estaban sus hijos Carlitos de 9 años, Karina de 4 y Cristian de 6 meses. Graciela, la mayor de sus hijas de 11 años, había pedido quedarse esa noche en lo de su abuela. 

Los acompañaban un matrimonio amigo: José Vega, su esposa Rosario Ramírez y sus dos hijos Marcela y Edgardo que se habían quedado a pasar la noche.Habían estado viendo la serie "El planeta de los simios" antes de irse a dormir.

A las dos de la mañana un comando armado irrumpió en la vivienda a los balazos. Las mujeres murieron en el acto producto del fuego abierto por El comando en el interior de la vivienda. Carlos Manfil logró escapar por una ventana pero cayó en el intento fracturándose una pierna: fue rematado de un tiro en el piso. El Gordo Vega en tanto logró escapar. Carlitos Manfil se asomó a la ventana para ver qué sucedía....lo asesinaron con un disparo de fusil en la cabeza y cayó muerto sobre su hermana Karina. En tanto los asesinos irrumpieron a los tiros en la habitación de los niños hiriendo a las criaturas.

Heridos fueron trasladados al hospital Finochietto donde lograron estabilizar a los chicos sobrevivientes y salvarles la vida.El bebé fue secuestrado y recuperado por una familiar días más tarde.

Lo que siguió fue un largo camino de angustia, vacío y búsqueda para estos niños que en un instante quedaron huérfanos y marcados a fuego de por vida.

Los cuerpos de sus padres no fueron entregados a sus familiares y desaparecieron. El terror se hacía presente con la peor de sus caras.

Conforme pasaron los años Karina Manfil fue creciendo en el mismo barrio, el cual se encuentra frente al Cementerio de Avellaneda. Se empezó a preguntar por que todos los 27 de octubre era dejada una corona a modo de homenaje sobre la calle Oyuela con el nombre de su padre. La curiosidad se transformó en preguntas y las respuestas que encontraba apuntaban a que los cuerpos de sus padres y el de su hermano estaban enterrados allí mismo.

La incertidumbre se convirtió en búsqueda y llegó a contactarse en el cementerio con Alejandro Inchaurregui, quien estaba a cargo del equipo argentino de Antropología forense que se encontraba trabajando en el lugar. 

En una fosa común encontraron más de 200 esqueletos. Luego de una ardua búsqueda de identificación, con los pocos elementos que se contaban en esos años, el equipo logró mediante pruebas de ADN (que por ese entonces era una tecnología innovadora realizada en el Reino Unido) identificar los cuerpos de ĺos asesinados en esa madrugada de terror, inclusive el de Carlitos el menor de 9 años.

Habían pasado 18 años de silencio, complicidades e impunidad.

“Siento que quede viva para esto, para contar y que se sepa lo que ocurrió esa noche. Mi hermano Carlitos habría hecho lo mismo si hubiese sobrevivido. Aunque yo tenía cuatro años recuerdo perfectamente lo que sucedió” manifiesta Karina Manfil cuando la consultamos sobre esa madrugada que signó su destino para siempre. “La mesa familiar sería una mesa larga si no hubiese sucedido aquello. Sería una mesa con mucha alegría, no tengo dudas. Y además mi viejo seguramente estaría en Congreso protestando con los jubilados” agrega Graciela Manfil con visible emoción al evocar a sus familiares.

Este hecho sucedió en nuestra ciudad, es uno de los tantísimos actos de terrorismo de estado llevados a cabo por la última dictadura en absoluta ilegalidad y sin el menor remordimiento ni arrepentimiento por parte de sus responsables.

En tiempos en los cuales proliferan los discursos de odio, en tiempos en los que se intenta reinstalar la teoría de los dos demonios, en tiempos donde se busca negar o edulcorar lo que sucedió durante la última dictadura, en tiempos en los que diputados nacionales visitan a represores genocidas en el penal de Ezeiza, resulta imprescindible recordar hechos y fechas como esta para que mínimamente como sociedad se ponga un límite a tanto desborde verborrágico fogoneado desde las principales autoridades nacionales.

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