miércoles 19 de junio de 2024 - Edición Nº2023

Cultura | 7 ene 2024

En Avellaneda

La Renga llevó su gran “banquete” a Racing y hubo disturbios fuera del estadio

La banda de Mataderos está cerrando la gira de presentación de su último álbum; luego del show de anoche quedan otras tres funciones en el Cilindro de Avellaneda.


Cuando el show de La Renga en el estadio de Racing entraba en la recta final de canciones, el público comenzó a entonar uno de esos cantitos que son frecuentes en recitales de rock, en el último tiempo: “El que no salta votó a Milei”. Y Chizzo, el cantante de la banda, no pudo evitar el convite. “Amigos, estamos en tiempos difíciles. Como muchas otras veces, algunos temas vuelven a resurgir. Este es uno de ellos”, dijo y enseguida sonó el ronquido de su voz: “Un paso atrás. Más, más, más” (“Hielasangre”).

El cilindro de Avellaneda era una fiesta con ese “banquete” que solo La Renga puede dar. Mientras tanto, fuera del estadio hubo corridas, algunos enfrentamientos con la Policía y hasta un personal de seguridad que arremetió con brutalidad contra un fan que lo increpó. Las imágenes fueron captadas desde un celular y subidas a las redes. Allí se puede ver cómo ante una situación absolutamente controlada, una persona afectada a la seguridad del recital noquea brutalmente a un muchacho que cae tendido sobre el asfalto. Uno de sus compañeros, vestido con chaleco, trata de auxiliarlo, pero luego lo abandona en la calle y son otros fans los que intentan socorrerlo. Mientras tanto, se ve cómo otra persona de seguridad trata de ocultar al agresor dentro del predio, detrás de un vallado. Con gestos le indican que se aleje.

Adentro, un clima de fiesta

Adentro, lo que se vivió fue otra cosa. Con la serie de cuatro recitales que comenzó 65 minutos después del horario previsto, La Renga dejó inaugurada la temporada de shows en estadios para 2024. Esta vez no fue con alguna rutilante figura del pop internacional sino con el rock argento más independiente y genuino. Sin prisas ni mayores pausas la banda fundada hace 35 años por “Chizzo”, “Tete” y “Tanque” recorrió un repertorio de unas 30 canciones y casi tres horas de duración, donde estaban agendados algunos de los mayores hits de su historia junto algunos de los temas de sus discos más recientes.

Gracias a canciones como “A tu lado”, que explotó en la tríada inicial de la lista, la maquinaria se puso en marcha. El público de un campo colmado abarrotó el frente del escenario, ubicado sobre el lateral de la cancha. Y las banderas no dejaron de flamear casi en ningún momento. En las pantallas se fundían imágenes de cierta psicodelia ornamentadas con calaveras, un anacronismo que sería muy difícil evitar en estos tiempos. Pero como La Renga siempre fue consecuente con su prédica, el ritual no pierde vigencia mientras la feligresía lo sostenga. Y esa actitud de fidelidad el grupo la tiene asegurada. Qué mejor prueba que este cuarteto de shows en Avellaneda, programados hasta mediados de este mes.

La Renga tiene el curioso gesto de plantarse como power trío, pero con la capacidad de sonar como cuarteto clásico de rock, más el agregado eventual de saxo y trompeta. Y también hay que decir que se fue tallando tanto en la sala de ensayo como en los escenarios, por eso hoy goza de esa veteranía que le otorga el galardón de clásico rockero, más allá de que, con estos shows, no se apunta a celebrar una historia sino a vivir cada “banquete” como si fuera el último.

Hubo muchas canciones y pocas palabras para preanunciar lo que vendría. Como cuando Chizzo dijo: “A pesar de que estamos en la cancha de Racing nos metemos en El ojo del huracán”, que refiere tanto a uno de sus temas como directamente a los shows que dieron en la cancha del Globo, años atrás.

Y luego de más de una hora de rock puro y duro aparecieron temas de medio tempo, como “Voy a bailar a la nave del olvido”, que le pusieron leves matices al show. Claro que enseguida, con otros como “La furia de la bestia” los muchachos retomaron su velocidad de crucero. De este modo, y con los mayores hits reservados para los bises (“El final es en donde partí”, “Hablando de la libertad”) La Renga comenzó a cerrar la gira de su último disco, Alejado de la red. Todavía queda tres funciones programadas en este estadio.

Tarde de choripanes y cerveza, noche de corridas

Más temprano, cuando las luces del estadio todavía no se encendían, sobre el escenario todo estaba quieto y se podía apreciar en detalle los vericuetos escenográficos de la puesta en escena, muy característica de los últimos recitales de La Renga, por momentos de un recargado barroquismo, pero al mismo tiempo con una ornamentación de modernismo gaudiano. El público ingresaba al cilindro de Avellaneda con la musicalización perfecta: una previa que incluyo temas de riff y de Los Redondos (como es costumbre, despertaron las mayores pasiones de esa antesala al banquete de La Renga). En esa larguísima espera también hubo cantitos. “El que no salta votó a Milei” y “La patria no se vende”.

Afuera, el folklore del rock vernáculo llegaba a su punto más alto sobre la calle Sagol, que contornea las vías del ferrocarril. Choripán, vino o cerveza y las promo que nunca faltan si se llevan en combo, además de los gorros y las remeras de la banda. Rituales que nunca se pierden. Claro que también hay otros rituales que son para lamentar. Aunque la cosa no pasó a mayores, cuando promediaba el show, fuera de la cancha, hacia las salidas de Alsina y de Sagol se intentó derribar vallados, hubo corridas y personas que resultaron lastimadas.

Fuente: Mauro Apicella | La Nación

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