

En un encuentro con integrantes de la Federación de Cooperativas Unidas de Argentina (FECUBA), Avellaneda Hoy dialogó con cuatro de sus miembros acerca del mural como herramienta de comunicación y expresión popular, capaz de transmitir la cultura de los barrios y las regiones, con sus historias, luchas y caminos hacia la libertad.
Contexto Histórico
Desde tiempos inmemoriales los seres humanos se han expresado sobre distintos muros, han volcado en ellos su observación y sentimientos y su vocación de contar, como las manos del sur argentino y pinturas de los pueblos precolombinos etc. En el siglo XX surge en México un movimiento de pintores muralistas reconocidos mundialmente, con una fuerte ideología política. Utilizaron los muros de los edificios para sus pinturas monumentales, donde cuentan historias de orientación popular que se exponen gratuitamente.
Los artistas fusionaron técnicas europeas con las utilizadas por los pueblos originarios. Hubo en estas pinturas sociales la revalorización de la historia ancestrales, el sentimiento nacionalista contando, revoluciones políticas, obrero en las fábricas y sentimientos universales, etc. Uno de los mayores exponentes del movimiento fue David Alfaro Siqueiros, en su en paso por Buenos Aires en 1933, para realizar murales en edificios públicos, que fueron impedidos por el gobierno de turno, por su orientación política.
Debido a la reticencia gubernamental de brindar las paredes para realizar los murales, Siqueiros terminó pintando, junto a pintores argentinos como Berni, Castagnino y Spilimbergo y el uruguayo Lázaro, en los sótanos de la quinta de Natalio Botana, dueño del diario Crítica, un mural llamado “Ejercicios plásticos”. Un punto importante que diferenció la obra fueron los nuevos materiales y herramientas utilizados en su realización, puesto que fue decisivo para su conservación después de años de ocultamiento, por lo tanto, hoy lo podemos apreciar en el Museo del Bicentenario. Esta experiencia da origen al muralismo argentino, representado por unos de los artistas más importantes argentino que fue Antonio Berni con sus murales portátiles en “Desocupados” y “Manifestación”.
El muralismo como arte
El muralismo es un arte que convive hoy y siempre como una forma de transmitir mensajes, con carga social y como una herramienta para embellecer el paisaje urbano, con pinturas y materiales coloridos, mucha creatividad, las ciudades hablan a través de sus paredes. Por consiguiente, los murales representan la expresión viva de una ciudadanía que decide manifestar sus esperanzas, aspiraciones, reclamos, luchas y pesares. Desde un punto vista el arte urbano manifiesta tantos sentimientos como humanos existentes. Los movimientos sociales en América Latina mantienen vivo el arte callejero en la región, tradicionalmente lo han utilizado para dar voz a sectores que, por lo general, no tienen la oportunidad de ser escuchados de otra forma, nuestra ciudad de Avellaneda juntos a ciudad de Buenos Aires, São Paulo, Río de Janeiro y Santiago de Chile tienen varias piezas representativas de calidad mundial del arte callejero.
Recorriendo las calles de nuestra ciudad, observamos que ellos están en muchos lado y en muchas paredes, en todas partes son como dioses del arte urbano, rinden homenajes a músicos, deportistas, políticos, animales, también en ella aparecen frases, como “unidos o dominado”, “no te fumes la vida”, “me sumo a la esperanza de un nuevo amanecer, me cargo la patria al hombro”,” quizás mañana”, “say no more” de Charly García, de manera que para la en conmemorando de sus setenta años, donde nuestra ciudad de Avellaneda se sumó a los homenajes retratando distintos momentos de la trayectoria del emblemático músico de rock nacional, utilizando las paredes de la Escuela de Arte de Avellaneda que se encuentra ubicada en la calle Vélez Sarsfield y Avenida Belgrano, barrio de Crucecita para dicho homenaje, donde podemos observar el mural de los músicos y en especial de Charly García. Por su parte la Universidad Nacional de Avellaneda rindió homenaje a Malvinas, en Arenales al 300 con un mural hecho con manos de patria grande.
Conversando con artistas
Matías
- ¿Querés contarme un poco quiénes son y cómo funciona la cooperativa?
- Somos de Avellaneda, con proyección nacional. Formo parte de una cooperativa con sede en la calle Bragado 6361, en Wilde, integrada por seis compañeros. Pertenecemos a la Federación de Cooperativas Unidas de Argentina (FECUTA). Nuestro trabajo va desde lo más simple, como un mural, hasta escenografías para teatro o restauraciones arquitectónicas. Repartimos la labor entre lo institucional público y lo privado.
Trabajamos junto al Municipio de Avellaneda, participamos en proyectos culturales y también hicimos murales en empresas como Siam y Cristalux. Además, realizamos trabajos particulares, como el de Claudia y Hugo, que fue nuestro vínculo. Nos gusta hacer cosas en el barrio para llegar al vecino, porque creemos que el arte es un canal de transformación genuina: bien utilizado, genera capacitación, formación y, lo más valioso, trabajo.
- ¿Por qué sos muralista? ¿Qué es un mural? ¿De quién es la idea?
- Las ideas siempre son colectivas. Los bocetos también. En lo privado, como en el caso de Hugo y Claudia, ellos querían un mural relacionado con la cancha de Boca Juniors en su patio, pero terminamos haciendo algo más sentimental, incluyendo a sus perros en una escena del barrio de La Boca. A nivel institucional, planteamos varias propuestas que reflejen la identidad del distrito y del lugar.
No sé si soy muralista. Sé que el arte nos toca a todos en algún momento. Venimos de la época de los noventa, cuando empezamos con el grafiti y nos fuimos metiendo en lo artístico. La capacitación me llevó al muralismo. Por eso digo que no sé si soy artista o muralista: sobre todo, me considero un trabajador del arte. Porque el arte puede transformar, formar y generar trabajo.
Pablo
- Vos venís de la cerámica, ¿cómo llegaste al muralismo?
- Sí, yo no soy muralista, pero acompaño en la formación. Vengo del mundo de la cerámica: tengo un taller con horno, trabajo con un amigo y también tenemos un local en la costa. Ahora me estoy vinculando al muralismo para relacionarlo con la cerámica y el mundo cooperativo. Los compañeros tienen experiencia en esto y quiero ver cómo sumar, aunque todavía no encontramos la vuelta. Hoy no se trata solo de producir, sino de cómo comercializás.
La idea cooperativista es más amplia: armar algo vinculado a la formación, como talleres educativos. Hay una experiencia llamada Estación al andar, que crearon un taller de cerámica con horno a leña dentro de un proyecto cooperativo.
- ¿Cómo ves la experiencia muralista y qué perspectiva tenés a nivel social?
- Lo veo como una forma de expresión muy valiosa. En Argentina hubo una tradición que quedó trunca a partir de los 70, y es importante recuperarla. El muralismo tiene raíces culturales y regionales: expresa la historia y la identidad de los barrios a través de las paredes.
- ¿Es distinto el muralismo callejero del que se hace en instituciones privadas?
- Sí. Como dice el compañero Gualy, muchos muralistas más “mainstream” están desligados del muralismo popular. Su enfoque es más estético o económico, no expresivo ni comunitario.
Ivana
Ivana es la única mujer del grupo y, junto a sus compañeros, trabaja en el mural dedicado al club El Porvenir, en la intersección de Terranova e Yrigoyen. El club, ubicado en la frontera de Avellaneda y Lanús, refleja una identidad compartida entre ambos municipios.
- ¿Cómo se eligió ese lugar para el mural?
- Primero hicimos un relevamiento del barrio y hablamos con los vecinos. Pensamos en hacerlo cerca del club Germinal, pero una vecina nos sugirió restaurar murales en unas paredes grandes, y ahí fue donde decidimos trabajar.
- ¿Por qué representar al club El Porvenir?
- La idea ya estaba: hacer algo en Gerli. El mural muestra una jugada del equipo, la hinchada, los tablones, pero también elementos de la historia local: el avión Pucará, los siete puentes, el ombú, el engranaje como símbolo de la industria, y referencias a Siam y Cristalux. Queremos reflejar tanto a Lanús como a Avellaneda, recordando que alguna vez fueron uno.
- ¿Cómo llegaste al muralismo?
- Desde chica me encantaba dibujar. Estudié profesorado en artes visuales y también gestión cultural en la UNDAV. Soy docente en el programa Envión de Avellaneda y trabajé en curaduría en Lanús, donde surgieron propuestas de murales. Ahí descubrí este arte: pasar de un boceto a una pared de gran escala es un desafío. Me atrapó la elección de colores y todo lo que implica. Hoy siento que muralizar es un acto de libertad: estoy donde quiero estar.
- ¿Cómo trasladan un boceto a una pared completa y cómo eligen los colores?
- En este mural usamos los colores del club y la cancha, pero también jugamos con cómo da la luz en distintos momentos del día. Eso influye mucho. Las decisiones se toman entre todos. El traslado puede hacerse con cuadrícula, aunque nosotros ya lo hacemos directamente.
Gualy
-¿Cómo definís el arte popular en los barrios?
- Es un medio de comunicación y un servicio a la comunidad. Queremos interpelar la historia no contada, que las voces ocultas se hagan comunes en la sociedad. El muralismo es una forma de acercar el arte a quienes están en los barrios. Si eso no es un despertar, no tiene sentido.
Mirá el mural de Crisólogo Larralde, entre Matanza y Chascomús: cuenta los enfrentamientos con la corona inglesa, tanto bélicos como culturales y deportivos. Y hoy seguimos con los mismos problemas. No aprendimos nada.
-¿Entonces aún somos coloniales?
-Todavía sí. Pero si lo nuestro sirve como un granito de arena para despabilar, bienvenido sea. Porque si te organizás para hacer un mural, también podés organizarte para reclamar una necesidad colectiva.
-¿No creés que falta alguien que cuente las historias que muestran los murales?
-Sí. Hoy la gente reconoce a Maradona, pero no sabe quién fue Margaret Thatcher. Y es importante contar que fue una criminal de guerra. La tecnología ayuda con recorridos de murales, pero el trabajo de transmitir esas historias sigue siendo clave.