

El domingo 2 de febrero, la Catedral de Avellaneda-Lanús fue escenario de un momento de profunda espiritualidad con la celebración de la Fiesta de la Presentación del Señor. En esta ocasión, Emilce Rodríguez y María Gabriela Miranda realizaron su consagración definitiva a Dios, comprometiéndose a vivir en castidad perpetua como testimonio del amor de Cristo.
Desde los primeros siglos del cristianismo, el rito de la Consagración de Vírgenes ha representado una expresión de entrega total a Dios. Restaurado tras el Concilio Vaticano II, este camino espiritual ha cobrado renovado impulso en diversas regiones, incluyendo la Diócesis de Avellaneda-Lanús. Con esta ceremonia, ya son cuatro las mujeres que han abrazado esta vocación en la diócesis, reflejando el crecimiento de esta forma de vida consagrada en Argentina.
La celebración eucarística estuvo presidida por el Padre Obispo Marcelo (Maxi) Margni, quien en su homilía destacó el sentido profundo de esta entrega. Citando las palabras de Jesús: “El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga” (Mt 16,24-25), el prelado enfatizó que la decisión de estas mujeres no representa una renuncia vacía, sino una respuesta amorosa y radical a la llamada divina.
En el marco de la Jornada Mundial de la Vida Consagrada, la homilía estuvo inspirada en los mensajes del Papa Francisco, resaltando la importancia de reflejar la luz de Dios a través de la vida consagrada. Además, el obispo subrayó el valor de los consejos evangélicos de pobreza, castidad y obediencia como pilares fundamentales para quienes se entregan a Dios.
El rito de consagración inició con el llamado personal a Emilce Rodríguez y María Gabriela Miranda, quienes se acercaron al altar en señal de entrega total. Ante la comunidad reunida, expresaron su deseo de consagrarse, asumiendo el compromiso de vivir en castidad perpetua para amar más ardientemente a Cristo y servir con mayor libertad a sus hermanos. El momento culminante llegó con la oración de consagración pronunciada por el obispo, mediante la cual fueron incorporadas solemnemente al Ordo Virginum.
En un gesto de profundo significado, las nuevas consagradas recibieron el anillo, símbolo de su alianza con Cristo, y el libro de la Liturgia de las Horas, que guiará su oración diaria en comunión con la Iglesia. La asamblea acompañó con un emotivo aplauso, reconociendo en ellas un testimonio vivo del amor esponsal de la Iglesia con Cristo.
La celebración concluyó en un clima de alegría y gratitud. Familiares, amigos y miembros de la comunidad diocesana se acercaron para felicitar a Emilce y María Gabriela, quienes ahora inician una nueva etapa en su vida consagrada. Guiadas por el Espíritu Santo, continuarán su camino en la oración, la penitencia y el apostolado, ofreciendo su vida como signo del Reino futuro.
En la ceremonia se agradeció especialmente al Padre Cristian Ugarte, delegado del obispo para el acompañamiento y la formación del Ordo Virginum.
Este acontecimiento marca un hito en la diócesis, recordando que la llamada a la santidad se manifiesta de diversas maneras y que la entrega total a Dios sigue siendo un signo elocuente en el mundo actual.